Para comprender a la evaluación
educativa como una herramienta fundamental para avanzar a una educación justa,
participativa, y democrática, se debe tener presente que la evaluación es más
que un componente que perite recabar información acerca de logros, metas y
resultados, ya que la evaluación puede contribuir en la identificación de cómo
la educación es la clave para construir una sociedad inclusiva, igualitaria y democrática.
Es por lo antes señalado es que la evaluación aporta en si misma herramientas para la Justicia Social ya que ella misma entrega las directrices, a través de su potencial técnico y metodológico, que permiten conseguir un acceso tanto al conocimiento como a la formación de individuos íntegros, que serán agentes activos de cambio y de democracia.
El camino por recorrer de la evaluación es la creación de sistemas que reconozcan la diversidad de los niños, niñas y jóvenes y sus necesidades propias. Es así como una evaluación para la Justicia Social necesita analizar los aprendizajes y desempeños de los estudiantes con diferentes capacidades y distintos niveles socioeconómicos, de este modo dar una educación adecuada a estos grupos que la requieren.
Para conseguir una mayor comprensión de la Evaluación para la justicia social es de total importancia identificar y discutir los principios y objetivos de la educación enmarcada en la Justicia Social.
Justicia Social es un término del que
todo el mundo habla pero que pocos serían capaces de definir con claridad; y
más difícil aún es encontrar una acepción que a todos satisfaga. Quizá porque,
en primer término, es un concepto altamente político: refleja nuestra visión de
la sociedad. Pero también porque es un concepto cambiante, en continua
evolución. Es por ello que se debe considerar “la Justicia Social como un
verbo: es decir, un proyecto dinámico, nunca completo, acabado o alcanzado una
vez y para todos: siempre debe estar sujeto a reflexión y mejora”.
Es necesario poner sobre el tapete elementos que ayuden a configurar una definición de Justicia Social y que permitan una reflexión necesaria. Los tres conceptos que están en la base de la Justicia Social (Gewirtz, 1998; Gewirtz y Cribb, 2002): Distribución (Rawls, 1971; Sen 2010), Reconocimiento (Fraser, 1997; Cole, 2000; Irvine, 2003) y Participación (Miller, 1999; Bell, 1997; Hartnett, 2001; Distribución: concentrado en la distribución de bienes, recursos materiales y culturales, de cómo la Justicia distributiva puede ser observada en estos cuatro principios:
a.- La Justicia igualitaria, en la que cada persona recibe una parte igual de los bienes que se distribuyen, aunque esto implique mantener las diferencias de origen o un reparto inmerecido.
b.- La Justicia basada en las necesidades es decir una distribución centrada en las necesidades.
c.- La Justicia fundamentada en el mérito, ya que aquellos que más aportan más beneficios obtienen.
d.- La Justicia de acuerdo con la diferencia, considera que la justicia debe de consistir en beneficiar a los más desventajados, es decir una discriminación positiva.
La educación es el fundamento de una Justicia Social, que permite orientar u promover sociedades inclusivas así como articular mecanismo que otorguen a todas y todos, un acceso igualitario a bienes básicos, a la participación plena de conocieminto y desarrollo de capacidades orientados al desarrollo pleno de las y los individuos.
Desde esta perspectiva la evaluación debe ser transversal, enfocada en construir una ciudadanía dinámica. Entregando a los estudiantes, desde un inicio en el proceso de escolarización, aprendizajes, habilidades, principios y valores que den sentido en su entorno. De este modo el currículo escolar debe conducir a una sociedad que apueste por el colectivo y no sólo por el individuo, priorizando las relaciones de reciprocas por sobre la competencia o el mercado. Además la educación que se entrega a nuestras y nuestros estudiantes debe potenciar los saberes que conduzcan al desarrollo en los ámbitos cotidianos, familiares, laborales y productivos, asegurando la senda del conocimiento humano integral, sin evadir su responsabilidad permanentemente al servicio del aprendizaje.
En resumen, la reconceptualización de la evaluación, faculta a la escolarización a incorporar principios y valores éticos. Es decir, la educación temprana debe fortalecer no sólo las capacidades y habilidades cognitivas de los niños y niñas, sino que también respaldar el desarrollo de las dimensiones social, emocional, cívica, ética y moral de ellos, promoviendo la dignidad humana a través del respeto de los derechos y libertades.
Los estados deben comprender que el
sistema educativo requiere de inclusión, mejorando la oferta y la calidad
educativa, así como también una heterogeneidad sociocultural en las
instituciones educativas.
Para construir educación es necesario igualar las oportunidades y desde esta visión la evaluación permite identificar los problemas y fuentes de desigualdad que dañan los sistemas educativos.
Las políticas evaluativas de los estados deben proponer los caminos para estos cambios. El acento debe estar en evaluar la sociedad y la democracia para así poder promover la justicia en el acceso y calidad de la educación, entendida, desde luego desde una visión pluralista, considerando que el rol de la educación es más profundo que una medición solo de resultados estandarizados.
Es por ello por lo que la Evaluación
Educativa debe examinar os siguientes aspectos:
1.- Comprobar la universalidad e igualdad en el acceso a la educación, el cuas es el principal requisito de una educación para la Justicia Social, es decir con pleno acceso para todos a la calidad y cobertura educativa, por lo tano debiera informar si el acceso a las instituciones educativas en todo el ciclo vital del individuo es apropiado y democrático, dando cuenta de barreras que pudiesen existir en lo económico, geográfico, cultural y social.
2. Dar cuenta de la heterogeneidad social y cultural de los estudiantes en escuelas y entre
escuelas. es decir, la evaluación deberá
analizar las condiciones de guetos en los sistemas e instituciones educativas,
para así conseguir eliminar prácticas que seleccionan a los y las estudiantes
al interior de un mismo establecimiento o entre establecimiento de un mismo
estado.
Es por ello que la Evaluación debe
promover una mixtura social en las aulas, la cual permitirá mayor integración, convivencia
e intercambio de diversas realidades, lo cual conlleva respeto, tolerancia y
valoración de los otros. Valores fundamentales en los aprendizajes transversales
establecidos en el curriculum.
3.- Evaluar la calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje en el aula. La evaluación de la educación para construir justicia social debe adentrarse en el aula para observar la discriminación en el trato y enseñanza a hombres y mujeres, entre los aventajados de los que presentan alguna dificultad, de este modo permitirá romper con estas prácticas y exigir a docentes y a instituciones educativas a que utilicen estrategias de atención a la diversidad, responsabilizándose de las capacidades y características diversas de los estudiantes. Es decir, la evaluación debe apuntar al cumplimiento de un trato equitativo y diferencial de los individuos.
Dentro de esta misma competencia, la evaluación
debe recabar información acerca de la calidad de los aspectos materiales de los
centros educativos, tales como infraestructura, equipamiento, recursos,
materiales didácticos, entre otros, debido al importante rol que juegan en el
desarrollo y adquisición de los conocimientos esperados y de la motivación
frente al aprendizaje.
4.- Monitorear el respeto y ejercicio de derechos de los niños, niñas y jóvenes en la escuela. Evidenciar que el buen rato sea una práctica arraigada en los establecimientos educativos es fundamental en formación de los y las estudiantes, puesto que de esta forma promoverán una convivencia democrática, tolerante que impulsará así una Justicia Social. Es por tanto que no se debe restar importancia a la recopilación de datos acerca de la presencia de normas de convivencia escolar y de una eficiente aplicación de estas.
5.- Evaluar la participación de
estudiantes, las familias y comunidad en la escuela. Es trascendental que la evaluación
remita una cuenta exhaustiva de la presencia de espacios abiertos a la
participación de los y las estudiantes, sus familias y la comunidad y cómo
estos son potenciados, esto debido a que la educación es un proceso que atañe a
todos los integrantes de la sociedad.
6.- Supervisar la eficiencia interna de las escuelas. Escrutar y corregir actitudes inapropiadas al interior de las instituciones educativas, desde conocer promedios de rendimientos por niveles de abandono escolar, promoción, titilación, en cada una de ellas, sondeando también en las diferencias de estos resultados desde un análisis por género, clase social, cultura, entre otros.
7. Evaluar los resultados y desempeños académicos de los estudiantes tanto en lo curricular como las diversas dimensiones de los individuos
8. Evaluar el apropiado compromiso del profesorado con las y los estudiantes, ya que es relevante este compromiso para una óptima formación integral de los individuos. Desde el compromiso que los profesores tengan de su labor podrán ver visualizar a los estudiantes de manera individual, permitiendo identificar a cada uno de ellos en su contexto social y sus necesidades.
9. Evaluar el compromiso y las acciones de los directores y directoras. La investigación y la experiencia han demostrado la importancia de los líderes escolares por la Justicia Social (Murillo, Recesky, Castro y Hernández, 2010).
Normalizar la necesidad de quienes
llevan el liderazgo en la educación construyan comunidades escolares que
aboguen por y para la Justicia social, la inclusión y la democracia.
10. Supervisar la gestión de los administradores, las redes y los apoyos externos a la escuela. Se requiere evaluar las capacidades de quienes dirigen las instituciones educativas, así como los recursos que reciben.
La evaluación es, como se aprecia en el desarrollo de este texto la herramienta que permite indagar en la educación, en el sistema educativo a nivel gubernamental y en las instituciones, con la finalidad de estableces, como la educación se está encargando de su misión trasformadora de los individuos.
Es fundamental potenciar a estudiante,
educadores e instituciones educativas del rol trascendente que poseen para
conseguir una verdadera justicia social.
La urgencia de este cambio debe abogar por una escolarización y educación con los más altos estándares, así mismo perseguir una distribución justa de los recursos y un pleno reconocimiento de la amplia diversidad sociocultural.
El sendero por el cual la evaluación
debe de avanzar no debe ser aquel que se transforma en una simple fotografía de
una realidad. Sino que evaluar para construir una educación justa y una
sociedad justa, inclusiva, equitativa, participativa y democrática.
Minerva Vergara Y., 23 de abril 2019
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