Artículo
Publicado
online: 30 julio 2009
(Rec.:
27 de mayo de 2009. Acep.: 17 de junio de 2009)
Noelia
A. Davicino*,
Miriam S. Muñoz, María L. de la Barrera & Danilo Donolo. a
a Departamento de Ciencias de la Educación.
Universidad Nacional de Río Cuarto. Argentina.
Introducción.
En
los últimos tiempos, la población mundial ha sufrido importantes
transformaciones
en lo que respecta a su estructura
etaria,
especialmente en los países desarrollados. En
dichos
países, la disminución de la mortalidad, las diversas
mejoras
en la calidad de vida y los avances en el campo de
la
medicina hicieron posible que gran parte de la población
llegue
a edades cada vez más avanzadas de la vejez
(Furtmayr-Schuh,
1995). Este elevado incremento de la
población
envejecida ha dado lugar a la creciente aparición
de
determinadas patologías vinculadas a la edad, tal como
puede
ser la demencia, entendida como un deterioro progresivo
e
irreversible del intelecto (Kaplan, Sadock y Grebb,
1996).
Dentro
del cuadro clínico de las demencias, encontramos
la
Demencia Tipo Alzheimer, que tiene un inicio
gradual
y progresivo e implica un deterioro cognoscitivo
continuo.
Se produce un deterioro de la memoria y una o
más
alteraciones cognoscitivas, tales como afasia, apraxia,
agnosia
y alteración de las funciones ejecutivas (American
Psychiatric Association,
1995).
Actualmente,
y considerando los datos otorgados
por
el ADI (Alzheimer’s Disease Internacional), se estima
que
unos 18 millones de personas en el mundo sufren de
Demencia
Tipo Alzheimer y que el 66% de ellas vive en
países
en desarrollo, tales como China, India y América
Latina;
al mismo tiempo, tal organismo estima que para el
año
2020 la población mundial con Demencia Tipo Alzheimer
se
habrá duplicado, mientras que para el año 2040 tal
número
se habrá cuadriplicado (Genovese, 2006).
Esto
último nos está señalando la urgente necesidad
de
desarrollar políticas, tanto sanitarias como sociales,
para
la prevención, el diagnóstico y el tratamiento de dicha
demencia.
Por tal razón, es importante estimular a la sociedad
en
general acerca de la necesidad vital de realizar un
diagnóstico
precoz de los diversos síntomas característicos
de
la enfermedad, evitando que se confundan con los síntomas
naturales
de los procesos de envejecimiento.
La
Demencia Tipo Alzheimer genera alteraciones
neuropsiquiátricas
y conductuales, en este trabajo se toman
distintos
conceptos provenientes del campo de la Neuropsicología,
definida
como la ciencia que se ocupa de la relación
entre
el cerebro y la conducta, además del impacto que las
distintas
lesiones o enfermedades producen sobre el sujeto
mismo
(León Carreón, 1995).
También
se consideran cuestiones vinculadas a la
estimulación
cognitiva, que resulta imprescindible en el
tratamiento
de la Demencia Tipo Alzheimer, ya que se producen
importantes
alteraciones en las diversas funciones
cognitivas,
tales como la memoria, el lenguaje y las funciones
ejecutivas,
entre otras. Aquí es interesante destacar
que
la estimulación cognitiva suele estar ligada a la terapia
farmacológica,
especialmente en las fases iniciales de la
enfermedad,
con el objetivo de modificar el curso de la
misma
y favorecer el mantenimiento de la autonomía de la
persona.
De esta forma, la estimulación cognitiva en el tratamiento
de
los pacientes con Demencia Tipo Alzheimer se
plantea
los siguientes propósitos:
- Lentificar
el progreso del deterioro cognitivo y restaurar
las
habilidades cognitivas en desuso, partiendo de las
funciones
intelectuales conservadas;
- Mejorar
el estado funcional de la persona, desarrollando
las
competencias que le posibiliten vivir de la forma
más
autónoma posible (Fundación ACE, 2006).
Por
último, se destaca la importancia de que los
procesos
de estimulación cognitiva en pacientes con Demencia
Tipo
Alzheimer sean llevados a cabo por profesionales
provenientes
del campo de la Psicopedagogía, ya que
su
objeto de estudio apunta a los procesos de aprendizaje y
desarrollo
humanos entendidos en un sentido amplio (Coll,
1996).
En otros términos, consideramos que el psicopedagogo
además
de centrar su objeto de estudio en los procesos
de
aprendizaje y desarrollo en la etapa evolutiva de la
infancia
y en el ámbito estrictamente escolar, también debería
extenderse
a las distintas etapas evolutivas y a todas las
áreas
de desarrollo de las personas, abarcando sus múltiples
dimensiones.
Por esto, planteamos que la estimulación
cognitiva
en pacientes con Demencia Tipo Alzheimer puede
llegar a
constituirse como un área del ejercicio profesional
psicopedagógico,
incluyendo allí el trabajo interdisciplinario
tanto
para la prevención de esta Demencia como para el
tratamiento
integral de la patología misma.
Demencia Tipo Alzheimer.
Al
hablar de Demencia Tipo Alzheimer hacemos referencia
al
tipo más frecuente de demencia, que tiene un inicio gradual
y
progresivo e implica un deterioro cognoscitivo continuo,
al
mismo tiempo que se produce un deterioro de la
memoria
y una o más alteraciones cognoscitivas, tales como
afasia,
apraxia, agnosia y alteración de las funciones
ejecutivas.
La
demencia implica una disminución de la capacidad
intelectual
acompañada de cambios psicológicos y del
comportamiento,
alterando tanto la vida social de la persona
que
la padece como así también la de su entorno inmediato.
El
DSM IV (1995) presenta la siguiente definición:
“La característica esencial de la demencia
consiste en el desarrollo de múltiples déficit
cognoscitivo que incluyen un deterioro de la
memoria y al menos una de las siguientes alteraciones
cognoscitivas: afasia, apraxia, agnosia
o una alteración de la capacidad de
ejecución. La alteración es lo suficientemente
grave como para interferir de forma significativa
las actividades laborales y sociales y
puede representar un déficit respecto al mayor
nivel previo de actividad del sujeto” (American
Psychiatric Association, 1994: 140).
Si
bien en la actualidad la causa más frecuente de
demencia
es la Demencia Tipo Alzheimer, existen un gran
número
de causas y enfermedades que pueden generar un
estado
demencial. Según Peña-Casanova (1999), algunas
de
estas causas pueden ser reversibles, aunque la mayor
parte
de ellas solo pueden ser tratadas con el propósito de
aliviar
sus síntomas y lentificar su evolución. Generalmente,
las
principales causas de demencia se agrupan en cuatro
categorías
que abarcan las enfermedades generales, las
enfermedades
psiquiátricas, las enfermedades neurológicas
y
las demencias degenerativas cerebrales primarias (entre
las
que se halla la Demencia Tipo Alzheimer).
Dentro
del cuadro clínico de las demencias, encontramos
la
Demencia Tipo Alzheimer, que tiene un inicio
gradual
y progresivo, implicando un deterioro cognoscitivo
continuo.
En dicha demencia, se produce un deterioro de la
memoria
(deterioro en la capacidad de aprender o recordar
información)
y una o más alteraciones cognoscitivas, tales
como
afasia (alteración del lenguaje), apraxia (deterioro de
la
capacidad de ejecutar actividades motoras), agnosia
(deterioro
de la capacidad de reconocer o identificar objetos)
y
alteración de las funciones ejecutivas (planificación,
organización,
abstracción, etc.). Además, la Demencia Tipo
Alzheimer
puede tener un inicio temprano (presentándose
antes
de los 65 años) o un inicio tardío (presentándose
después
de los 65 años). La enfermedad puede tener una
duración
aproximada de 10 a 15 años, pudiendo sufrir variaciones
de
un paciente a otro (American Psychiatric Association,
1995).
Aunque
cada día se sabe más sobre la enfermedad,
todavía
se desconoce la causa exacta de la misma y
actualmente
no se dispone de un tratamiento eficaz. Por lo
que
es imprescindible el estudio detallado de sus principales
características
con el propósito de poder brindar respuestas
ajustadas
a las necesidades tanto del paciente como así
también
de los familiares y cuidadores del mismo. En este
sentido,
el psicopedagogo como profesional especializado
en
el proceso de aprendizaje humano, podría desempeñar
un
rol fundamental en lo que hace al tratamiento integral de
la
Demencia Tipo Alzheimer. De este modo, sus intervenciones
deben
apuntar tanto hacia la promoción de la salud y
la
calidad de vida, como así también hacia la recuperación y
rehabilitación
de las perturbaciones generadas.
Estimulación cognitiva en la Demencia Tipo Alzheimer.
La
estimulación cognitiva puede ser definida como un conjunto
de
estímulos generados por la neuropsicología terapéutica
o
intervencionista con el fin de realizar una rehabilitación
para
maximizar las funciones cognoscitivas preservadas,
manteniendo la
autonomía funcional del paciente el
mayor
tiempo posible. De esta manera, la estimulación cognitiva
se
basa en la planificación psicopedagógica de actividades
dirigidas
a la activación y mantenimiento de las capacidades
mentales,
considerando las capacidades cognitivas
residuales
para posibilitar una reorganización funcional del
paciente.
En
función de tales capacidades cognitivas residuales
se
elabora un proceso de estimulación cognitiva para
pacientes
con Demencia Tipo Alzheimer, proceso que se
incluye
dentro de las denominadas terapias no farmacológicas.
De
esta manera, Martínez Lage (2004) define la estimulación
cognitiva
como un conjunto de acciones que interviene
a
través de la percepción sensorial y de las funciones
intelectivas,
atenuando el impacto personal y social de la
enfermedad.
A su vez, plantea que la estimulación cognitiva
engloba
las actuaciones dirigidas a mantener o mejorar las
capacidades
cognitivas propiamente dichas, las capacidades
funcionales,
la conducta y la afectividad.
Es
importante destacar que la estimulación cognitiva
debe
ser llevada a cabo en el marco de una actuación
globalizada,
complementándose con la terapia farmacológica,
la
orientación familiar y el abordaje social, de manera de
implicar
al sujeto como una totalidad integrada.
Consideramos
necesario destacar la importancia
de
que los procesos de estimulación cognitiva en pacientes
con
Demencia Tipo Alzheimer sean llevados a cabo por
profesionales
provenientes del campo de la Psicopedagogía,
ya
que su objeto de estudio apunta a los procesos de
aprendizaje
y desarrollo humanos entendidos en un sentido
amplio
(Coll, 1996). Por lo tanto, sostenemos que el psicopedagogo
no
solo centra su objeto de estudio en los procesos
de
aprendizaje y desarrollo en la etapa evolutiva de la
infancia
y en el ámbito estrictamente escolar, sino que se
extiende
a las distintas etapas evolutivas y a todas las áreas
de
desarrollo de las personas, abarcando sus múltiples
dimensiones.
De tal manera, afirmamos que la estimulación
cognitiva
en pacientes con Demencia Tipo Alzheimer puede
llegar
a constituirse como un área del ejercicio profesional
psicopedagógico,
incluyendo allí el trabajo interdisciplinario
para
el abordaje integral de la patología misma.
Neuroplasticidad y su importancia en la estimulacióncognitiva.
Los
tratamientos no farmacológicos parten de considerar
para
su trabajo las capacidades conservadas del paciente
con
el propósito principal de mantener su autonomía el
mayor
tiempo posible. Por tal razón, las diversas intervenciones
no
farmacológicas en el campo de las demencias
tienen
su punto de partida en el concepto de neuroplasticidad
o
capacidad plástica del cerebro. De esta manera, en
el
año 1973 Luria fue uno de los primeros en afirmar que las
zonas
cerebrales lesionadas podían compensarse por la
acción
de las zonas sanas. Además, este mismo autor planteaba
que
el ejercicio de las funciones favorecería notablemente
el
establecimiento de nuevas conexiones neuronales
en
zonas dañadas (Acuña y Risiga, 2001).
“La neuroplasticidad se define como la respuesta
que da el cerebro para adaptarse a
las nuevas situaciones y restablecer el equilibrio
alterado después de la lesión. Recientes
investigaciones ponen en evidencia la capacidad
que tienen las neuronas lesionadas para
regenerarse y establecer conexiones nuevas.
Existe neuroplasticidad en el cerebro
anciano, incluso en el demente, si bien en
menor intensidad. Es evidente que en las fases
de elevado deterioro cognitivo, la neuroplasticidad
será nula debido a la pérdida de
masa neuronal, desarborización sináptica y
bloqueo de neurotransmisores” (Tárraga
Mestre, 2000: 20).
Dicha
plasticidad neuronal es gobernada tanto por
factores
intrínsecos como así también extrínsecos. El primero
hace
referencia a la información genética y la memoria
biológica
vinculada con el proceso de envejecimiento
humano.
El segundo corresponde a cuestiones tales como
las
influencias ambientales o el grado de escolarización,
sobre
los que es posible incidir desde las intervenciones
dentro de las
terapias no farmacológicas.
En
relación al rol psicopedagógico, consideramos
que
el concepto de neuroplasticidad cerebral puede ser
considerado
por el profesional en el trabajo tanto preventivo
como
terapéutico, incluyendo a pacientes cierto grado de
deterioro
cognitivo y a pacientes ya diagnosticados con
algún
cuadro demencial. Por último, es importante destacar
que
el programa de estimulación cognitiva propuesto frente
a
la Demencia Tipo Alzheimer debe considerar las características
propias
del deterioro cognitivo implicado en cada
una
de las etapas de la enfermedad y las características
particulares
del paciente.
Conclusiones.
En
la vejez se producen modificaciones que progresivamente
afectan
el funcionamiento normal del cerebro, influyendo
en
mayor grado sobre las capacidades motrices, sensoriales
y
cognitivas. Entre las consecuencias asociadas al proceso
de
envejecimiento mismo existen cuadros clínicos que
pueden
llegar a evolucionar hacia determinado tipo de demencia.
La
Demencia Tipo Alzheimer es la forma más
habitual
de demencia en los adultos mayores. Su complejidad
etiológica
y los diferentes factores de riesgo que intervienen
la
convierten en una de las patologías más investigadas
y
estudiadas en la actualidad desde diversos ámbitos
disciplinarios
y científicos.
En
la ayuda brindada al paciente deben intervenir
los
familiares, los cuidadores, los profesionales del campo
de
la salud y la comunidad en general, compartiendo las
responsabilidades
médicas y psicosociales que implica la
enfermedad.
Esto último posibilitaría el planteamiento de
objetivos
comunes y el desarrollo de estrategias de prevención
y
detección temprana de la enfermedad y la creación y
puesta
en marcha de modelos de atención, ágiles y adaptables
a
los cambios, dando respuestas concretas y ajustadas
a
las necesidades de cada paciente y familia en particular.
Por
otra parte, en relación a los programas de estimulación
cognitiva
para pacientes con Demencia Tipo
Alzheimer,
éstos serían un pilar clave en el tratamiento de la
patología,
favoreciendo la neuroplasticidad mediante la
presentación
de estímulos adaptados que promuevan la
capacidad
física, intelectual, emocional y relacional de forma
integral.
Por
lo tanto, el rol psicopedagógico resulta de
gran
valor preventivo y terapéutico en el marco de los tratamientos
múltiples
e integrales que deben ponerse en marcha
frente
a esta patología en particular. De este modo, el
psicopedagogo
resulta un profesional apto para realizar
tareas
específicas dirigidas a preservar y potenciar las capacidades
conservadas
del paciente y lograr la lentificación
de
los deterioros y perturbaciones del proceso demencial.
En
el marco de su práctica, es función del psicopedagogo
realizar
evaluaciones neuropsicológicas de los aspectos
cognitivos
preservados y perturbados para, en función del
diagnóstico
obtenido interdisciplinariamente, brindar asesoramiento
y
orientaciones al paciente y sus familiares y proponer
estrategias
terapéuticas adaptadas a las circunstancias.
Además,
es necesario destacar que las tareas, ya
sean
preventivas y/o asistenciales, que el psicopedagogo
ponga
en marcha frente a la Demencia Tipo Alzheimer deben
estar
enmarcadas en el trabajo y la colaboración interdisciplinaria
permanente,
considerando la complejidad y
multidimensionalidad
de la patología.
Por
último, consideramos que la acción del psicopedagogo
en
el campo de las neurociencias y, más específicamente,
en
las demencias no debe quedar circunscripta
solamente
a la práctica clínica. Por el contrario, es de vital
importancia
que el psicopedagogo participe activamente
tanto
en la realización de estudios e investigaciones que
permitan
un mayor conocimiento científico acerca de la
enfermedad
y las posibles alternativas terapéuticas, como
así
también en la elaboración, ejecución y evaluación de
planes,
programas y proyectos que posibiliten la aplicación
generalizada de
tales intervenciones y recursos.
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